Introducción histórica
El periodo que abarca los siglos XVIII y XIX supone grandes
cambios en la sociedad europea. Desde una dimensión geopolítica, en esta época
se da una explotación a fondo de América: el comercio y las migraciones crecen.
Las potencias europeas extienden el colonialismo en África y Oceanía. El arte
indígena, asiático y africano, se empieza a conocer y difundir.
Se dan cambios ideológicos: las ideas de la Ilustración, que
culminan con la Revolución Francesa, y las revoluciones liberales del siglo XIX
transformarán la mentalidad del hombre europeo. Se redacta la Declaración de
los Derechos Humanos.
También es una época de avances científicos. El conocimiento
se sistematiza. Es la época de figuras como Pascal y Lavoisier.
En el aspecto económico, la revolución industrial nace y se
expande. Inglaterra alcanza la hegemonía en Europa, desplazando a Francia e
imponiendo modos de vida y cultura. Tras la era de Napoleón, los nacionalismos
surgen y se forman nuevos estados. Los cambios de la época se reflejarán en el
arte.
Concepto de arquitectura
El arte se vuelve utilitario y funcional, de ahí que se dé
un auge de la arquitectura y un retroceso en la escultura. Se desarrolla el
dibujo técnico. La filosofía racionalista influye el arte, la ciencia y la
prensa impresa. Se promueve el pensamiento crítico. La realidad se somete a
criterios y modelos que pueden ser cuestionados.
La arquitectura de estos dos siglos servirá a dos sectores
sociales que ostentan el poder: el estado y la alta burguesía. Por tanto,
deberá tener el monumentalismo que requieren los edificios estatales y tendrá
que satisfacer los gustos y comodidades burguesas. Se desarrolla el diseño de
casas para vivir y el urbanismo. El avance y sistematización de todas las
ciencias hace que los edificios se estudien y proyecten cuidadosamente. Los
arquitectos hacen planos y cálculos meticulosos antes de iniciar su obra.
El siglo XVIII
El rococó
Su nombre viene de rocaille, en francés, el material
básico con el que se fabrican la escayola y los estucos. Es un estilo
decorativo que aparece en Francia junto al racional clasicismo. Se caracteriza
por el casi excesivo lujo, retorcimiento y ornamentación. La base son materiales
baratos: espejos, tela, yeso, etc., con los que se consiguen efectos
deslumbrantes. Responde al gusto de la aristocracia ostentosa y recubre las
apariencia de una nobleza que pierde poder y dinero. La pintura cultiva temas
amorosos y frívolos, cortesanos y decorativos, con poco significado y mucho
colorido y detalle. Un modelo: Versalles.
El rococó tuvo una especial incidencia en Alemania, donde se
combinó con la influencia del barroco tardío italiano (Guarini).
El Instituto Politécnico de París forma una escuela de
arquitectos innovadores.
El palladianismo
Es el estilo de las clases altas inglesas, los comerciantes
y capitalistas que forjan la nueva economía pero que, al mismo tiempo,
mantienen las tradiciones y costumbres medievales en su forma de vida. Buscando
rodearse de una arquitectura que les dé prestigio, la alta burguesía redescubre
a Palladio, arquitecto renacentista italiano. Sus edificios y villas rústicas
se imitan por doquier: en casas burguesas, bloques y palacios.
Se trata de una arquitectura racional que entronca a los
nuevos ricos con los clásicos antiguos.
Los jardines son un elemento importante: el típico jardín
inglés no es ordenado, sino que imita una disposición aparentemente natural,
con árboles dispersos, estanques, prados y rocalla. Es el jardín romántico,
complemento indispensable de la mansión o palacio.
Las casas burguesas imitan en pequeño los palacios: de ahí
la presencia del porche y las ventanas con frontones aunque el material muchas
veces sea barato: ladrillo y madera.
La estructura de la casa aprovecha al máximo el espacio: hay
sótano, planta baja para la cocina y los criados y pisos superiores para las
habitaciones. Se busca cerrar espacios y gozar de intimidad.
Las casas de los campesinos acomodados también imitan, aunque pobremente, los palacios de los ricos. Mayoritariamente en madera.
El neoclasicismo ilustrado
En Francia, a consecuencia de las ideas ilustradas y
partiendo del racionalismo arquitectónico del Barroco, se desarrolla un estilo
que se difunde por toda Europa. La arquitectura de la Ilustración sigue la
tradición constructiva barroca. Se usan materiales corrientes: ladrillo,
piedra, recubiertos de mármol u otros materiales más valiosos. Los edificios
más importantes son iglesias y construcciones públicas que manifiestan el poder
estatal. Los burgueses adaptan los palacios de la aristocracia a un espacio
urbano reducido: así aparecen los hôtels y los bloques de pisos
alrededor de los patios.
El neoclasicismo francés comporta un estudio sistemático del
arte y un conocimiento científico de la antigüedad, que se va ampliando con la
arqueología. Como reacción ante el exceso del Barroco, ahora se sobrevalora el
clasicismo, su equilibrio y serenidad. Se busca una imitación exacta del mundo
clásico.
Tras la Revolución Francesa, llega Napoleón, admirador del
Imperio romano. El arte neoclásico adquiere con él proporciones gigantescas que
ostentan el poder de Francia. Así se refleja en edificios como la iglesia de la
Madeleine y el Panteón y en el urbanismo monumental de París. También en
monumentos como El cenotafio de Newton (Boullée) y las barrières de
Ledoux.
Neoclasicismo internacional
Posterior a Napoleón, desde Francia el estilo se exporta a toda Europa. Veamos algunos ejemplos:
· Inglaterra: Banco de Inglaterra (Soone).
· Prusia: Puerta de Brandeburgo, Ópera, Teatro Nacional Prusiano (Grilly), Reichtag.
El siglo XIX
En este siglo se producen dos novedades en el campo de la
arquitectura: se revalorizan los estilos medievales a raíz de los nacionalismos
y el romanticismo y, por otro lado, el hierro se incorpora a la arquitectura,
seguido del vidrio y del cemento. Se da un conservadurismo académico al tiempo
que comienzan a extenderse los nuevos materiales.
Gran Bretaña sigue siendo el modelo, con su pujante sociedad
capitalista y burguesa, que marca la corriente a seguir.
Los historicismos
El primer estilo historicista nace en Inglaterra, donde la
clase política decide construir el nuevo Parlamento siguiendo el genuino arte
inglés: el gótico. Pugin, arquitecto, historiador y católico exacerbado,
será el artífice del nuevo y actual Parlamento y del palacio de Westminster.
Desde entonces, el neogótico se aplicará a la construcción de palacios y casas.
En las casas alineadas de las clases medias se combinarán los detalles clásicos
(frontón en la puerta) con otros góticos (tejados picudos).
En los clubes privados, en cambio, primará el neorrenacentismo.
Los lores eligen el estilo de los palacios florentinos con algunos cambios. El
patio es cerrado, por las condiciones climáticas inglesas, y se ponen de moda
los invernaderos, con plantas de interior o artificiales.
En cuanto al urbanismo, John Nash difundirá las casas
aterrazadas o pareadas como vivienda de las clases medias, donde se mezclan
elementos del arte griego y del gótico, logrando efectos teatrales.
En Francia, Napoleón impone un neoclasicismo
monumental, signo de la grandeza de su imperio. Como muestras de este, se
pueden citar el Panteón, la iglesia de la Madeleine, el Arco de la Estrella y
la Ópera. En urbanismo, un modelo es la Rue de Rivoli, con sus hileras de casas
porticadas. Hausmann implantará un trazado urbano al servicio del estado.
Viollet-le-Duc estudia a fondo el gótico y publica su Dictionnaire
de l’arquitecture française, donde descubre que el sistema constructivo del
gótico se puede aplicar a la arquitectura industrial con nervios de hierro. Restaura
muchos edificios góticos, entre ellos Nôtre Dame. Pero lo rehace un tanto
libremente, según sus ideas románticas.
En el resto de Europa, se resucitan los estilos anteriores.
Surgen así el neorromántico, neobarroco, neoclásico... Cada estilo se usa para
un determinado tipo de edificio.
En Barcelona, se reconstruye la fachada de la
catedral en estilo neogótico. La Universidad adopta elementos propios del
románico.
En el norte de Europa se extiende el neogótico. Hay
menos colosalismo, al haber regímenes más democráticos.
Los nacionalismos alemán e italiano producen obras de
tipo neoclásico, que muestran la gloria de los nuevos estados: la Reichstag, el
Monumento a Vittorio Emmanuelle.
En Italia se extiende el neoclásico en edificios
públicos: juzgados, sedes políticas, centros comerciales como las galerías
Vittorio Emmanuelle en Milán, donde el estilo clásico se combina con el hierro
y el cristal y se mezclan libremente románico y renacentista. En teatros
públicos auspiciados por la burguesía se apuesta por el neobarroco, como en el
Liceo y la Ópera de Milán.
En Alemania, Luis II de Baviera ordena levantar
románticos castillos al más puro estilo medieval. Los edificios públicos, tanto
civiles como religiosos, del I Reich reflejan el nacionalismo alemán con el
neogótico.
En los Estados Unidos, con Jefferson y Latrobe, se
adopta el neoclasicismo para edificios públicos monumentales, como el Capitolio
de Washington, la Casa Blanca y el Capitolio de Virginia.
En la segunda mitad del s. XIX, se producirá una liberación
del neoclasicismo, apostando por la integración de la arquitectura en el medio
natural. Ejemplo emblemático es Frank Lloyd Wright, con su casa inmersa en la
naturaleza.
También se dan mezclas libres o estilos eclécticos, donde se
incluyen hasta elementos orientales.
Nuevos materiales: la arquitectura del hierro
Estamos en plena revolución industrial: el ferrocarril y las
fábricas se extienden, así como las estructuras necesarias para ello: puentes,
estaciones. La revolución industrial y el aumento de producción de hierro y
carbón, junto con la revalorización del gótico por Viollet-le-Duc, que
vio en este un estilo muy racional y avanzado técnicamente, impulsaron la
aparición de obras con hierro.
Del hierro forjado se pasa al hierro colado (por fundición
en altos hornos), que es más duro, pero frágil. De su aleación con carbono se
obtiene el acero, más duro y flexible.
Primero se construyeron puentes con arcos de hierro, tubulares y colgantes. Los colgantes se usaron para salvar ríos anchos, pero el hierro colado no era el material más indicado, hasta que llegó el acero. Los tubulares se comenzaron a fabricar con tubos de hierro forjado para absorber las fuertes vibraciones del paso de trenes y evitar que estas pudieran romper el puente. La idea original fue de Stephenson.
- Puente de Darby sobre el río Severn, en Coakbrookdale.
- Puente de Stephenson sobre el Menai, para el ferrocarril Britannia.
- Puente de Brunel en Clifton (colgante) y Royal Albert Bridge.
- Puente de Telford: el primer colgante sobre el Menai.
- Más tarde, el hierro combinado con ladrillo, piedra y cristal se usó para construir estaciones, galerías, invernaderos y grandes almacenes.
Las grandes exposiciones internacionales, muestras del arte
y la tecnología más avanzados, vieron surgir los primeros grandes edificios en
hierro y cristal: el Crystal Palace de Londres (1851), la cúpula de
Viena (1873), la torre Eiffel (1889).
Hierro y cristal permiten cubrir grandes superficies sin
columnas y permitiendo posibilidades decorativas. También podían combinarse con
otros elementos, como lo vemos en Les Halles y en las galerías Vittorio
Emmanuelle de Milán. Por supuesto, hubo arquitectos reaccionarios ante el uso
del hierro y esto causó una división.
La revolución de 1848 y la toma de conciencia de la clase
obrera, impulsada por el pensamiento de Marx, Engels, Owen y los socialistas
utópicos, reacciona contra el mal urbanismo y las condiciones de vida de los
trabajadores.
El modernismo
A finales del siglo XIX, la burguesía impulsó un estilo
artístico que convirtió la ornamentación en algo práctico y utilitario. Así
surgió un amplio movimiento que ha recibido diversos nombres (en España es el
modernismo). Los edificios modernistas combinan estilos diversos, buscan las
formas ondulantes u originales, y no rehúsan los nuevos materiales: hierro,
cristal, cemento.
El modernista es un arte elitista, al servicio de las clases
altas. Muy decorativo, busca ser moderno, propio de su época.
Edificios modelo de esta tendencia son la Casa del Pueblo en
Bruselas, de Horta, y la Escuela de Arte en Glasgow, de Mackintosh,
que distribuye el espacio con originalidad.
En España, Antonio Gaudí supuso una reacción ante la novedad, los materiales nuevos y el pragmatismo frío de la burguesía. Sus edificios, de formas curvas y hasta delirantes, son una protesta y un deseo de evasión de la sociedad y el arte de su tiempo. En su proyecto inacabado de la Sagrada Familia muestra su religiosidad y su predilección por el gótico y el pasado medieval.
La secesión
Entre 1898 y 1910 surge un grupo de arquitectos que rechazan
el arte anterior y el modernismo. Son clásicos, funcionales, diseñan edificios
libres de ornamentos. Entre ellos se cuentan Wagner, Olbrich, Behrens, Loos
(Casa Steiner).
La Deutscher Werkbund
1907-1941: esta escuela de arquitectos se preocupa por la
calidad del diseño industrial y su aplicación a la arquitectura moderna. Buscan
un clasicismo limpio, de líneas depuradas. Ejemplos: Behrens, Gropius.
Otros, como Berg y Poelzig, reaccionan contra el clasicismo
y adoptan una estética expresionista.
El futurismo italiano
1910-1915. Este grupo mira al futuro: ciudades verticales
con muchos pisos. De Sant’Elia conservamos muchos proyectos rompedores que no
se llegaron a realizar. Intentaba revolucionar el arte, era un anti-clásico.
Las nuevas ciudades
La necesidad de vivienda de las masas obreras produce enormes
bloques de pisos alineados o bien barrios de casitas sueltas. En Inglaterra,
Howard concibe una ciudad jardín de estructura radial, que se puede expandir
por todos lados. En Francia, Hausmann busca los efectos plásticos en el
urbanismo masivo. Garnier diseña una ciudad industrial lineal, en retícula (que
será imitada por Arturo Soria en España).
El socialismo lleva a una planificación urbana para racionalizar
el espacio y las viviendas.
La escuela de Chicago
En Estados Unidos, el progresivo desarrollo va liberando a
la sociedad americana de la tradición europea. Buscando lo práctico, se
empiezan a levantar bloques de casas y oficinas. Los edificios elevados con
ascensor permiten ocupar menos terreno y ahorran espacio.
Los terremotos y la reconstrucción de ciudades obligaron a
idear estructuras de hierro que permitieran sostener los pisos: un sistema
barato y rápido con sus contrapartidas: la oxidación y la dilatación del metal.
La solución fue el cemento. Era un invento de la Escuela Politécnica francesa,
inspirado en la argamasa romana. Se armó con grava formando hormigón.
Tras un pavoroso incendio, Chicago es reconstruida de nuevo.
Y es en Chicago donde nace la escuela que se situará a la vanguardia
arquitectónica del mundo. Los arquitectos americanos, valiéndose del hormigón
armado, comienzan a erigir los primeros rascacielos a base de planchas de
hormigón en retículas metálicas. Sullivan se guía por la función, que es
la que determina la forma; se impone el funcionalismo. En Chicago nace la
arquitectura contemporánea.
Los cambios del siglo XIX suponen el agotamiento de la
tradición arquitectónica clásica y el inicio de una nueva era: la era del
hierro y el cemento. Así es como el estudio de los estilos antiguos y el avance
científico han hecho posible nuestra arquitectura actual.
Bibliografía
Giulio Carlo Argan: El arte moderno. Fernando Torres,
Valencia 1977.
Mireia Freixa et alii: La Ilustración. El Gran Arte de la
Arquitectura, vol. 21. Salvat, Barcelona 1988.
Xavier Burillo et alii: Historicismo y nuevas tecnologías.
El Gran Arte de la Arquitectura, vols. 23 y 24. Salvat, Barcelona 1988.
Bill Risebero: Historia dibujada de la arquitectura
occidental. Herman Blume, Madrid 1982.
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